Don Carmelo y Cayetana en el Camino de Santiago (21)

19 de Junio de 2013. Anoche ya le dije a mi joven compañera Cayetana que hoy – a pesar de los malos pronósticos de tiempo (lluvia!) – debíamos partir muy tempranamente desde León. Es necesario para cumplir nuestro plan de terminar hoy nuestra etapa más larga con 38 kilómetros, para que nos quede una etapa muy corta para el día siguiente, y así tendríamos más tiempo en la bonita ciudad de Astorga. No sólo es la etapa más largo de nuestro Camino, se convertirá también en la etapa de los horrores.

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Cuando nos levantamos de las camas cómodas de nuestro hotel en León, aún no presentimos , cuántos esfuerzos y dolores nos traerá este día. Conseguimos salir a las 6 de la mañana y pronto pasamos por la Iglesia de San Isidoro.

Desde el principio, esa partida no ha sido marcada por ninguna euforia , ya que nos acompaña una lluvia no muy fuerte pero molesta. Está lloviendo durante toda nuestra salida de León, pero dejamos los impermeables en las mochilas y solamente nos protejemos con nuestras capuchas. Tardamos mucho tiempo en abandonar León. Detrás de las fachadas pomposas de su casco antiguo en la dirección oeste se esconden suburbios con bloques de hormigón y todo un paisaje de polígonos industriales. Casi 8 kilómetros y durante 2 horas caminamos por esos bloques y Avenidas pobladas por naves de fábricas industriales. „¡Qué romántico!“, es el comentario irónico de Cayetana. Finalmente – ha cesado la lluvia, aunque el cielo sigue mostrando un color de gris oscurísimo – estamos ante la Iglesia Virgen del Camino, en un suburbio en el extremo oeste de León. Bello no es ese último templo de la ciudad. No se distingue mucho de las fábricas en sus alrededores, construida en los años 60 del siglo pasado. Lo único que destaca son las esculturas de bronce de José María Subirachs con un toque expresionista.

En el interior, la iglesia nos sorprende con un retablo mayor colosal del Barroco, traído aquí desde otro templo. Resulta interesante el contraste brutal entre Barroco y hormigón, quizás único y experimental.

Después de dos kilómetros más ya no vemos ninguna huella de civilización y con ese tiempo tan gris la meseta parece una caminata por la luna. Ante nuestras miradas el cielo parece construir torres de nubarrones que anuncian una tempestad, y nos manda otro chubasco molesto y un viento cada vez más fuerte y helado. „Ahora sí entiendo“, grita mi acompañante contra el viento, „por qué se dice que en Castilla hay 9 meses de invierno. En Andalucía ya estamos a los 40 grados, mientras que aquí en la Meseta incluso a mediados de Junio hace más frío que en Alemania.“ Efectivamente, el viento tan frío penetra el jersey y la piel y hace temblar los huesos.

Una línea ferroviaria (¡dirección Santiago!) atraviesa la gran Nada de gris y verde . Cuando subimos un puente, en los muros descubrimos muchos grafitos que nos parecen representativos para el caracter nacional de los idiomas, en los que se han escrito. La inscripción en español es romántica y apasionada: „Sueña lo que te atreves a soñar/ Se lo que quieras ser/ Ve donde quieras ir/ VIVE!” Los franceses, pseudo-filosóficos como siempre: „Il n`ya pas de chemin/ Le chemin se fait en marchant“ (No hay Camino/ El Camino se hace al andar). Y en idioma alemán alguien ha preguntado desilusionado „¿Por qué hay paja por aquí?“ Nos quedamos con la persona que ha pintado un corazón en la flecha amarilla del Camino.

Caminando por la estepa silenciosa, Cayetana empieza a quejarse cada vez con más alta voz de los dolores que le provoca la ampolla monstruosa en su pie izquierdo al andar. Estoy realmente preocupado, porque ella ya no camina tan dinámicamente, su andar se ha convertido en cojear. En Chozas de Abajo, una aldea apartada, pasa lo que tenía que pasar. Cayetana lanza un grito de dolor. La inmensa ampolla en su talón izquierdo se ha roto. Cojea hasta alcanzar un banco en una plazita y me dice ques u zapato está lleno de líquido. Cautelosamente se quita el zapato izquierdo. Su calcetín está húmedo por una mezcla de sangre y agua. Nos queda un emplasto contra ampollas, pero no se puede aplicar con una herida abierta. Logramos a duras penas cubrirla con una venda de gasa, pero no tenemos nada para desinfectar la herida. (¡Siempre se olvida algo!) Y como siempre, una cosa así nos pasa en una soledad apartada muchos kilómetros de una farmacia o un consultorio médico. Sin sospechar la consecuencia grave, empiezo a mencionar el peligro real de una septicemia, ya que la herida es grande y zapato y calcetín están llenos de lodo y no exactamente estéril. Reaccionando con un ataque de pánico, Cayetana derrama la mitad de su botellita de perfume en la herida y grita tan escandalosamente por el dolor, que de la casa de enfrente se asoman tres abuelitas a la vez por la ventana. Y como consecuencia de ese tratamiento médico tan riguroso, las huellas de Cayetana por la estepa castellana exhalarán por lo menos durante tres días el aroma de „Hechizo“ de Vittorio y Lucchino.

Seguimos con poco ánimo por un paisaje gris y aburrido, aunque al andar la herida de la ampolla duele menos que antes, el miedo de una septicemia nos acompaña der Blutvergiftung durante las próximas horas.

Después de casi 22 kilómetros, a las 12de la mañana, llegamos por fin a una aldea en medio de la Nada: Villar de Mazarife, 450 habitantes, 3 albergues de peregrinos, un templo modesto apenas visible, cubierto por casi una docena de nidos de cigüeñas. Parece mentira que un 19 de Junio en España estamos helados después de esa caminata. Enfrente de la Iglesia entramos en el primer albergue de peregrinos que encontramos (Cayetana: „¡Buscamos abrigo de ese viento!“). Una buena decisión. Pedimos té de menta y tinto para calentarnos. No es suficiente. Aunque en España normalmente faltan 3 horas para el almuerzo y en el bar del albergue encontramos a la gente del pueblo tomando café y coñac, me atrevo a preguntar a la dueña si a pesar de la hora tan temprana tendrá algo calentito para comer. La buena mujer (¡habrá que canonizarla!) nos mira contenta y con la sonrisa ancha: „Está todo listo, señores: el menú completo – sopa de lentejas, puchero con cordero, flan casero.“ Un banquete. Incluso Cayetana repite el puchero de cordero. „¿No me dijiste que te hubieras convertido en vegetariana?“, pregunto, no libre de malicia. „Hoy no“, replica casi agresivamente (y murmura que con el frío que hace una comida vegetariana no podrá calentar).

Al considerar el tiempo tan áspero y la herida de Cayetana, le ofrezco a ella cambiar el plan. En vez de seguir caminando hasta Hospital de Órbigo (¡otros 16 kilómetros más!), podríamos quedarnos simplemente aquí y seguir mañana. Ella se lo piensa un momento, luego se impone su orgullo andaluz. „Ni hablar, ¡prefiero dejar detrás esos malditos campos infinitos de una vez!“

Diez minutos más tarde nos encontramos de nuevo en medio de la tempestad. Con repugnancia, Cayetana contempla el sendero infinito, el que se extiende recto sin piedad hasta el horizonte, y después de una breve meditación comenta: „Tu compatriota, ese Hape Kerkeling, del que me has hablado, aquí seguramente ha tomado un taxi hasta Astorga. ¡Eso hay que prohibirlo! Quien hace algo así, no merece la “Compostela” al final. Eso lo deberían controlar mejor en Santiago, porque es injusto que un tío así obtenga la “Compostela”, sin haber andado todo, comparado con nosotros que nos torturamos aquí metro por metro.“ „¿Qué te pasa, mi alma?“, respondo, „normalmente no estás tan rigurosa . ..“ En vez de replicar algo más, mi compañera acelera el paso y sigue con rabia su camino, cojeando todavía levemente.

Una marcha forzada por un inmenso vacío monótono, una estepa azotada por el viento. La tempestad permanente estropea los nervios. De repente Cayetana grita llena de rabia con alta voz: „¡¿Puede alguien parar por fin este viento?!“ Media hora después encontramos a una pareja de peregrinos jóvenes, los que buscan amparo al aldo no accesible al viento de un montecillo de tierra. Nos miran con un poco de desesperación en los ojos, como si ya no creyeran que esa tempestad vaya a terminar jamás. Las ráfagas de viento son tan fuertes de vez en cuando que hay que temer que nos levanten y nos hagan volar hacia atrás dirección este. Entre el kilómetro 36 o 37 Cayetana se para de repente, y dirigiéndose a mí con la mirada acusatoria grita: „¡Estoy HARTA! ¿Me oyes, tío? ¡Harta! En Astorga tomaré el tren a mi tierra, te lo juro…“
Luego busca en su mochila su impermeable de color rojo chillante y se lo pone. „Pero ya no está lloviendo…“, digo con la mirada interrogativa. Cayetana me lanza una mirada llena de rabia y grita casi histéricamente contra el viento: „Ahora me pongo eso de color rojo, porque dado el caso de que pronto caiga aquí muerta, con ese color por lo menos encontrarán fácilmente mi cadáver desde el aire, si acaso mandan un helicóptero pa buscarme.“ Me quedo boquiabierto.

Llegamos vivos, eso sí, después de una eternidad, a las 6 de la tarde a Hospital de Órbigo. Habiendo caminado hoy unos 38 kilómetros, hemos establecido nuestro nuevo récord del Camino. Después de cruzar el puente más largo de todo el Camino de Santiago (casi 300 metros) finalmente llegamos al albergue de San Miguel donde nos espera un ángel.

Una chica brasileña muy amable la que trabaja aquí de hospitalera voluntaria en este albergue de peregrinos. A Cayetana la salva con Betadine y emplastos especiales, y le da buenos consejos, como si fuera médica. Es un alma de Dios. San Miguel no es un albergue normal y corriente, sino también una especie de galería de arte y una albergue con alma: todos los espacios están decorados con pinturas muy interesantes, las que muestran sobre todo motivos del Camino e ilustran pensamientos de peregrinos.

Esta noche Cayetana sueña con su impermeable rojísimo: tiene alas y con esas alas vuela encima de la meseta castellana infinita hasta aterrizar en un claro en medio de los bosques verdes de Galicia.

Texto + Fotos: Berthold Volberg

Recomendaciones y enlaces:

Etapa de León vía Villar de Mazarife hasta Hospital de Órbigo: 38 Kilómetros

Alojamiento / Gastronomía
Alojamiento/gastronomía en Villar de Mazarife: albergue de peregrinos privado „Tío Pepe“, C. Iglesia 2 (enfrente de la Iglesia). Tel. 987-390517 y móvil 696-005264. Heizung, restaurante, Internet. Acogida amable, comida buena. Cama 8 Euros en el albergue, aparte habitaciones senciallas/dobles 25/50 Euros.

Alojamiento en Hospital de Órbigo: Private albergue de peregrinos „San Miguel“, C. Álvarez Vega 35, Tel. 987-388285 o 609-420931: Cocina, lavadora y galería de arte. Uno de los albergues más bonitos del Camino con acogida muy cordial, asistencia médica y con pinturas muy interesantes con escenas de peregrinación.

Gastronomía en Hospital de Órbigo:  restaurante „Los Ángeles“: menu de peregrinos (3 platos con vino incluído) 9 Euros.

Iglesias:
Iglesia moderna „Virgen del Camino“ (en una zona industrial en el oeste de León ): Templo de  hormigón construido en 1968 con interesantes esculturas de bronce de José Maria Subirachs. En el interior sorprende con un gigantesco retablo barroco, traido aquí desde otra iglesia. Horario: 8.30  – 20.00 horas

Iglesia de Villar de Mazarife con espadaña llena de nidos de cigüeñas (normalmente cerrada, preguntar en el Bar Tío Pepe por la llave)

Iglesia de San Juan Bautista en Hospital de Órbigo: barroco tardío (Siglo XVIII). Abierta  18-20 horas más o menos.