España: Don Carmelo y Cayetana en el Camino de Santiago (29)

01 de Julio de 2013. Hoy, después de caminar 878 kilómetros durante 38 días y después de un Camino que nos llevó a atravesar 5 montañas, 28 ríos y la estepa más grande de Europa, llegaremos – si no lo impide un terremoto, un huracán o algún escenario apocalíptico semejante en la última hora.

Según lo convenido de ayer, el despertador suena a las 4.45 horas, porque la impaciencia de llegar finalmente es grande. Nos gustaría llegar antes de la misa de peregrinos a las 12 horas a la Catedral de Santiago.

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Así que aún es de noche cuando salimos del albergue de Arca do Pino y llegando al primer bosque ya no hay farolas que iluminan las flechas amarillas. Es un bosque de tinieblas que nos espera. Cayetana se niega a entrar y me hace recordar la aparición de la bruja de ayer: „Si aquí en los bosques gallegos te aparecen las brujas ya a plena luz del día, imagínate a quien encontraremos de noche…“ Pero tampoco nos parece bien esperar durante una hora la salida del sol. Cobramos ánimo y nos lanzamos a las tinieblas.

Ya no descubrimos flechas amarillas, pero seguimos una senda que nos parece el Camino. Avanzamos lentamente entre las sombras de robles que parecen monstruos, esperando con anhelo que salga el sol. „Así deben haber sentido las primeras criaturas antes de que Dios tuviera la idea chulísima que un poquito de luz non o hiciera daño a su creación…“, murmura Cayetana, cayéndose cada tercer paso debido a las raíces de los árboles que apenas podemos ver. Es que los focos de nuestras lamparillas de bolsillo casi no sirven. De repente oimos un vocerío en francés y casi tropezamos con los colegas de Borgoña que se han detenido delante nuestra. Acabamos de llegar a un claro entre dos bosques. Y lentamente amanece, pero sin que veamos la salida del sol – es que no veremos el sol durante casi todo el día. Velos de niebla gris envuelven campos de color gris. Galicia parece totalmente cambiada, ya no hay paisajes de verano inundados de luz, sino un panorama desolado. Cuando las nieblas empiezan a aclararse, el Atlántico manda nubarrones tenebrosos y debajo del Cielo ennegrecido se extiende una melancolía dramática. Es extraño: después de haber caminado los primeros diez kilómetros con la prisa de la impaciencia, ahora, a medida que vamos avanzando, caminamos más lentamente, hasta casi detenernos. Al llegar al Monte de Gozo, desde donde podemos ver Santiago por primera vez, Cayetana lanza una mirada al vacío y me dice inesperadamente: „No quiero llegar, porque entonces todo se acabará…“ – „Sí, así es mi alma: llegando al destino, el Camino se acaba.“, respondo, y no se me ocurre una respuesta más sabia, aunque siento lo mismo que ella.

Tres minutes más tarde, tomando fotos al lado del monumento al peregrino y contemplando la ciudad santa, no sentimos alegría, sino un inmenso vacío. La primera impresión es una profunda decepción: las torres de la Catedral allá muy lejos, todo dominado por colores grises, y el estadio de fútbol colocado entre el Monte de Gozo y la Catedral, es un crimen para la eternidad, ya que casi tapa la vista al santuario. Nos miramos con una expresión de duda, con poca energía. „Bueno, ya que estamos aquí, deberíamos llegar finalmente, aunque casi no quisiera…“, murmura Cayetana.

Pero no bajamos corriendo como tantos otros peregrinos, sino nos acercamos con pasos pensativos al centro de Santiago y a la Porta do Camiño. Luego pasamos muy lentamente por el arco que se abre a la Plaza de Obradoiro (¡no queremos llegar!). Cuando los nubarrones dejan caer las primeras gotas de lluvia, nos encontramos delante de la escalera que lleva al Cielo y la grandiosa fachada de la Catedral. Por momentos Cayetana parece despertar de su melancolía y se muestra eufórica al proponer: „Oye, deberían tocarnos una marchita triunfal al subir por esta escalera – algo como Estrella Sublime, Macarena Coroná o el Salve Trianera…“ Naturalmente no hay ningún acompañamiento musical cuando empezamos a subir la escalera barroca contando los escalones, solo en mi alma oigo música. Pero aquella no suena nada triunfal, sino como una balada melancólica de Madredeus.

En el momento de la llegada al portal, nos espera una decepción. La columna central con la famosa estatua de Santiago, la que desde hace 800 años han tocado millones de peregrinos al llegar, está protegida por vallas e inalcanzable. Y la mayor parte del magnífico Pórtico de la Gloria también está cubierto por andamios, debido a obras de restauración. Sólo desde una esquina un par de apóstoles contemplan con miradas curiosas a los peregrinos cansados. Con pasos vacilantes entramos en las naves románicas de la Catedral, destino de nuestra peregrinación. Falta un cuarto de hora para que empiece la misa de peregrinos. Contemplamos el retablo mayor y Cayetana toma una foto de la cúpula con el triángulo en el centro – símbolo de la Trinidad y perfección.

En este momento se nos acerca uno de los guardias de la Catedral, vestido con un chaleco amarillo como si se dedicara al ordenar el tráfico, nos mira como si fueramos criminales y llega a preguntarnos de qué estamos haciendo. (Fotografiar está permitido explícitamente).

¡Y luego ese imbécil nos manda salir de la Catedral ahora mismo! Cayetana se pone en jarras y toma aire, antes de que empezara a hablar, y no exactamente susurrando catedraliciamente, sino con cierto volumen de sonido: „¿Pero tú estás loco, tío? ¿No has visto la concha en mi mochila? ¿Tu crees que he andado 1000 kilómetros por puro cachondeo, para llegar a esta Catedral, sólo pa que un bruto como tú me puede echar después de tres minutos? ¿Qué te crees – piensas ser San Pedro, teniendo la llave y decides quién puede entrar y quién no? ¿No te parezco devota? Apostaría yo que el primero a quién echarías de su templo será Jesús mismo, con la pinta tan sospechosa que tenía…“ En este momento llego a tapar la boca de mi compañera, pero el guardia, asustado por la reacción tan apasionada de Cayetana, ya se ha retirado.

La verdad es que resulta un escándalo que aquí en la Catedral más sagrada de la Cristiandad colocan como guardias unos tipos que por su apariencia parecen porteros de discotecas y tienen el encanto de un guardia civil de una aldea en la época franquista. Me quedan diez minutos: con toda mi arte de la persuasión y la ayuda de ángeles consigo que Cayetana se calme y se quede para la misa de peregrinos. Vale la pena, porque la misa evoca sentimientos profundos. Magnífico el canto de la monja que inicia la misa, impresionante el número de peregrinos: tan sólo esta mañana han llegado más de 3.000.

Por ello, ya no se mencionan todos los lugares de procedencia de los peregrinos (tardaría horas), sino sólo leen cuántos empezaban su Camino en los puntos de partida más comunes. Saint-Jean-Pied-de-Port/Roncesvalles (Camino Francés, la gran mayoría, más de tres cuartos), Sevilla (Vía de la Plata), Urquera cerca de San Sebastián (Camino del Norte), Faro o Lagos (Camino Portugués). Y también Somport, nuestro punto de partida. Aquí hay miles de peregrinos reunidos, con todo su equipaje llevado por más de 800 kilómetros – en cada columna hay docenas de mochilas – y ahora todos sus anhelos y oraciones suben por el templo como incienso. Una estampa impresionante del pueblo de Dios en su Camino. Durante la misa están surgiendo desde las nubes de incienso todos los rostros de las personas, hermanos y hermanas que nos han ayudado y apoyado durante el largo Camino.

Después de la misa nos colocamos en la fila para obtener nuestra Compostela. La fila de peregrinos ya no es tan larga como antes de la misa, pero sigue siendo considerable. Y nos espera la última subida del Camino – tres escaleras hay que subir hasta llegar. Allí está la dueña de los sellos. El „interrogatorio de la Inquisición“, tan temida por Cayetana, la que no sabría qué contestar a preguntas con respecto a su motivación, no tiene lugar. La controladora sólo echa unas miradas a nuestro Credencial del Peregrino que muestra todos los sellos multicolores de los santuarios del Camino, afirma con la cabeza cuando apunta „Somport“, luego imprima el sello azul tan deseado que muestra una estatua de Santiago y las palabras: „Cumplió la peregrinación“ ( 01 de Julio de 2013). A pesar de tener en sus manos la deseada Compostela, Cayetana no parece ni contenta ni feliz, porque aquí en la oficina para los peregrinos habíamos quedado con Benny el Pirata y no aparece. Esperamos durante media hora, pero en vano, y tampoco logramos hablar con él por el móvil (está desactivado), así que se ha desvanecido como si nunca lo hubiéramos encontrado, como si hubiera sido una aparición en un sueño.

Por callejas de granito gris mojado por la lluvia vamos cansados y algo deprimidos al Hotel, donde nos dormimos casi inmediatamente, una Siesta como en un trance. Al despertarme después de tres horas, gracias a Dios el Mundo parece completamente cambiado. „¡Oye, levántate, que ha salido el sol!“, intento a despertar a Cayetana lo más rápidamente posible. Ella mira por la ventana, y se muestra contenta al ver que la ciudad santa de granito se presenta mucho más acogedora con la luz del sol y sin guardias catedralicias.

Le advierto a mi compañera que nuestra peregrinación todavía es incompleta: „Ahora ya tenemos la Compostela, pero aún no hemos llegado del todo, nos falta lo más fundamental…“ – Cayetana sabe a qué me refiero y parece mucho más animada que esa mañana: „¡Sí, tenemos que abrazar a Santiago!“ Nos falta adentrarnos en el corazón del santuario (antes de la misa no nos quedaba tiempo), arrodillarnos ante el sarcófago del Santo para una oración y abrazar la estatua de Santiago arriba en el retablo mayor para susurrar un deseo, rogándole que se vaya cumpliendo, así como lo han hecho millones de peregrinos durante los siglos pasados.

Cayetana mantiene que cada peregrino debe susurrar tres deseos para que los cumpla Santiago, y no sólo uno. No tengo idea donde habrá leído eso, pero advierto que no convenga cansar tanto a un santo tan atareado, y que se debiera concentrar en formular un solo deseo. „¡No, tres!“ replica como chica rebelde. Esa meditación puede tardar, pienso al subir delante de ella la escalera que lleva por el monte dorado del retablo mayor a la estatua tan querida – me imagino que el grupito de coreanos detrás de Cayetana se pondrá muy impaciente, mientras que ella, como si estuviera sola, se toma todo el tiempo del mundo para formular con toda solemnidad sus tres deseos, susurrando lentamente.

Finalmente cumplimos así la peregrinación. Después de susurrar sus tres deseos (no me quiere revelarlos) a los oídos de la estatua de Santiago (y el dicho tradicional del peregrino compostelano „Amigo, recomiéndame a Dios“), Cayetana parece iluminada al bajar la escalera y tomando mi mano me arrastra de la Catedral a la plaza inundada de luz. Se deja caer en el suelo, cerca de la fuente de la Plaza de la Quintana y mirando a la Puerta Santa inicia una avalancha de SMS para comunicar su recién conquistado triunfo de peregrina al mundo mundial. El resultado no se hace esperar mucho: su móvil no cesa de piar por todas las felicitaciones que llegan como respuesta.

Poco antes de la puesta del sol estamos sentados en la colina del parque de Alameda, gozando de la mejor vista al panorama del casco antiguo, y recordamos las palabras de Juan, el guía de escolares de Madrid, sobre Santiago: „Una ciudad mágica toda de granito – a la luz del sol del atardecer se cubre de oro,…“ Mientras que esa mañana ha sido una serie de impresiones tristes, ahora una paz profunda ilumina nuestras almas y a menudo recordaremos este momento inolvidable.

Texto y Fotos: Berthold Volberg

Última etapa desde Arca do Pino hasta la Catedral de Santiago: 20 kilómetros

www.santiagoturismo.com

www.peregrinossantiago.es

Alojamiento en Santiago:

Hotel Compostela, C. Hórreo 1, Tel. 981-585700, situado en el centro cerca del parque, hotel de 4* estrellas con habitaciones confortables a partir de 75 Euros. www.hotelcompostela.es/

Gastronomía en Santiago:

Restaurante „Casa Paredes“, Calle Carretas 1 / Esquina Rúa das Hortas, Tel. 981-557102, Especialidad: platos de cordero

Iglesias:

Catedral de Santiago de Compostela: uno de los templos románicos más grandes y bellos del mundo, fama especial tiene el „Portico de la Gloria“ con esculturas de Apóstoles y relieves del Maestro Mateo (1160 – 1188). Una singularidad del edificio: la Catedral románica está completamente envuelta por un „manto barroco“: desde 1750 torres, cúpulas y portales barrocos esconden la estructura románica y cumplen una doble función. La fachada principal con sus altas torres es grandiosa y aumenta mucho la espectacularidad del conjunto y además, ese „envoltorio barroco“ también ha protegido las esculturas románicas de 800 años de antigüedad de la lluvia y del viento. Mientras que por fuera el Barroco resulta magnífico, las añadiduras en el interior de templo románico resultan poco adecuadas: el colosal retablo mayor rompe la armonía y austeridad de la estructura románica y no tiene la calidad  de los geniales retablos barrocos de Monasterio San Martín Pinario (véase abajo). Recomendable la visita guiada a los techumbres de la Catedral (12 Euros) www.catedraldesantiago.es

Horario: Catedral 7 – 20 horas (Junio-Sept. Hasta  21 horas); Museo de la Catedral: Lunes – sábado. 10 – 13.30 y 16 – 18.30 horas (Junio -Sept. hasta 20 horas), Domingo 10 – 14 horas. Entrada 6 Euros

Monasterio San Martín Pinario: gigantesco conjunto barroco que tiene la iglesia más espectacular de Santiago, se puede visitar junto con las salas del Museo. Horario:  martes – sábado 11 – 13.30 horas y 16 – 18.30 horas (verano hasta 19 horas). Entrada: 2,50 Euros. En la nave principal del templo hay tres magníficos retablos barrocos dorados de gran altura (a la derecha retablo del sol, a la izquierda retablo de la luna, el retablo mayor del maestro Casas y Novoa parece una montaña de estatuas, ángeles, baldaquines), en la planta alta se expone la antigua sillería del coro de la Catedral de Santiago de estilo renacentista. www.museosanmartinpinario.com

www.santiagoturismo.com/monumentos/mosteiro-e-igrexa-de-san-martino-pinario

Iglesia románica Santa María la Real de Sar (temprano Siglo XII): uno de los templos más antiguos de Santiago, en las afueras del sur. Columnas y paredes se inclinan dramáticamente. Bella Virgen en el coro. Claustro románico del Maestro Mateo y pequeño Museo. Horario: lunes – sábado 10 – 13 horas y 16 – 19 horas, Domingo sólo 10 – 13 horas. Entrada: 1 Euro.

Templo San Francisco: renacentista, del Siglo XVI (renovado en el Siglo XVIII) con fachada monumental, dos torres y gran estatua de San Francisco con el Niño Jesús entre 4 columnas. En el interior retablo mayor neoclásico. Horario: sólo se puede visitar angtes y después de las misas, Entrada libre.